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Sunday, January 14, 2018

UNA AVENTURA INOLVIDABLE

RELATO ESCRITO POR SAMUEL LÓPEZ DE VICUÑA DE 6ºB

UNA AVENTURA INOLVIDABLE


Pablo era un niño de 12 años. Vivía en un pueblo de la costa de Almería. Era muy valiente y le gustaban las aventuras. Su familia era pobre. Un día estaba en el colegio y había sonado el timbre del recreo, pero la profesora de música le dijo: “¡Pablo, por haber estado haciendo tonterías en clase te quedas sin recreo!” “¡Pero si yo…!” ”¡Silencio!”.

Pablo estuvo media hora merodeando por la biblioteca hasta que descubrió un libro más grande y viejo que los demás. Cuando lo cogió vio detrás del libro un ladrillo que sobresalía. Lo intentó sacar pero no pudo. Lo volvió a intentar y ¡plaf!, lo sacó. Dentro de la pared había un papel viejo y sucio. Lo cogió y lo miró. “¡Es un mapa!”.

Cuando salió del colegio fue corriendo a su casa y llamó por teléfono a sus amigos: Carlos, que era el más listo, Javi, el más ágil y Jorge, el más fuerte. Se reunieron en casa de Pablo y prepararon una mesa para estudiar el mapa. “Creo que aquí pone la Isla Pitica”, dijo Carlos. “Esa isla está a 15 kilómetros del pueblo”, comentó Jorge. Estuvieron pensando un buen rato y de pronto Javi dijo: “¡Tengo una idea! Podemos hacer un barco con los restos de las obras que están haciendo en mi casa” “¡Genial!” gritaron todos a coro. “Quedamos mañana en mi casa a las 12 horas”, dijo Javi.

Al día siguiente habían cogido 5 tablas de madera para el suelo del barco, 3 cuerdas para sujetar las tablas, 2 neumáticos para que el barco flotase y un palo alto con un trapo como bandera. A las 14:00 horas zarparon en busca del tesoro. Se llevaron muchas comida y agua. También se llevaron materiales prácticos, como cuerdas para trepar y linternas para ver en la oscuridad.

Ya llevaban media hora remando hasta que de repente vieron la isla. “¡Qué fácil ha sido!”, dijo Pablo. Pero a lo lejos vieron una aleta gris que se acercaba. “¡Un tiburón!”, gritaron todos. Asustados, remaron lo más rápido posible hacia la isla, pero el tiburón cada vez se acercaba más. “¡Ya casi estamos!”, dijo Carlos. Salieron del barco rapidísimo y lo dejaron en la orilla. “¡Por los pelos!”, se alivió Jorge, y todos empezaron a buscar el tesoro con las flechas y cruces del mapa.

Al final lo encontraron y excavaron en el sitio marcado. “¡Aquí está!”, gritaron. Volvieron por el lado contrario de donde estaba el tiburón y llegaron enseguida a su pueblo. La familia de Pablo repartió el dinero entre todos los del pueblo y ya nunca más volvieron a ser pobres.




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